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Rated: · Article · Philosophy · #1344434
El arte de lo virtual y la irrealidad de la Red.
Opinión

El arte de lo virtual
y la irrealidad de la Red.

      Un niño trataba de definir Internet como una realidad virtual, como una especie de realidad irreal, algo así como una realidad que no es real, decía. Una realidad ilusoria o pseudorrealidad que está en el ordenador, donde podemos con unos clics hacer aparecer y desaparecer innumerables y complicados programas de avanzada y compleja tecnología que es real y la vemos funcionar. No como un cuadro o una escultura, que son representaciones físicas de realidades o de irrealidades con las que no interactúas con el espacio y el tiempo como en Internet,  donde sí podemos hacer coincidir las coordenadas espacio-temporales virtuales con las reales de la vida cotidiana, laborales, ocio, etc. Esto sólo es una opinión sobre estos objetos de nuestro conocimiento que son la Red de redes y la realidad artística. Porque sobre lo que conocemos podemos tener opiniones, que no es lo mismo que tener certezas.
Es un hecho interno, que descubrimos con sólo volver la atención a lo que pasa en nuestro interior, que nos encontramos en estados psíquicos diversos, según los casos, respecto al conocimiento de los diversos objetos. Estos estados psíquicos son los siguientes:
1-    Estado de nesciencia (lat. ne-scientia, ‘no-ciencia’). Es un desconocimiento sin tener obligación de conocer dicho asunto, y respondemos “no sé”. 
2-    Estado de ignorancia. Desconocimiento con obligación de conocer el asunto: “lo ignoro”.
3-    Estado de duda (negativa o positiva): “lo dudo”.
4-    Estado de opinión: “opino que...”.
(La sospecha es una opinión muy débil).
5-    Estado de certeza: estado de quien emite un juicio sobre algo sin temor a errar, es decir, sin dejar lugar a dudas, como suele decirse. Dicho de otro modo: con la seguridad consciente de que el emitir un juicio contrario no tiene razón de base, en absoluto (por ejemplo: 2+2=4; ahora estoy escribiendo). Si en la fundamentación de un juicio lo contrario es posible, la fundamentación no fundamenta nada.
Que es un hecho fuera de toda duda que, según los casos, nos hemos encontrado en uno u otro de esos estado psíquicos, lo pone de manifiesto el hecho de que para comunicar a otro lo que nos pasa, hemos usado en nuestra vida muchas veces las palabras apropiadas. Cuando alguien nos ha preguntado algo hemos dicho “no sé” (nesciencia), “lo ignoro” (ignorancia), “lo dudo” (duda), “opino que” (opinión), o “estoy cierto de que” (certeza). Si alguien me pregunta mi opinión, puedo dársela o no; pero si se la doy y afirma que le he dado una certeza, miente
Opinión es el estado de quien emite un juicio sobre algo por razones de cierto peso, aunque con reservas, pues también reconoce que hay razones en contra, aunque no tan fuertes. Las razones o motivos que constituyen la base o fundamento de opinar se llaman probabilidades. Puede haber más o menos: 51%, 69%, 99%, 99,5%, 99’9999...%. En la medida en que se aumenta el número de probabilidades a favor del juicio de opinión, éste resulta más y más probable. Pero de suyo por este camino nunca se llegará a dar el salto al estado de certeza. Aunque, de hecho –o, como se suele decir, en la práctica– cuando las probabilidades a favor son de un porcentaje muy elevado (v.gr. 9’99999999999...%) el juicio de opinión basado en ellas se considera como de certeza.
Como este es un artículo de opinión, dejo el tema superior de la certeza de la verdad del conocimiento para otra ocasión y sigo con unas pinceladas sobre el asunto que me propuse en el título.
Diferenciar la realidad de la irrealidad es esencial, porque afecta a la verdad, y la verdad es algo esencial en nuestra vida. Hay que tener claro que la verdad no es la realidad, y que la verdad no es nuestro conocimiento. Simplificando, la verdad es una adecuación, una correspondencia: la correspondencia entre la realidad y nuestro conocimiento, la adecuación entre la realidad y lo que pensamos y decimos. Es el tema de siempre de quienes mejor han pensado tratando de ir al fondo de las cosas. La verdad es el asunto de siempre de la Filosofía. Hay diversos tipos de verdad: verdad lógica, verdad metafísica, verdad ética, verdad estética (artística), etc. Abreviando, situémonos en una posición realista considerando la verdad como la adecuación entre lo que se piensa y lo que se dice y la realidad.
      Decía que sorprendente ver en la pantalla del ordenador la ingente cantidad de posibilidades de complicada tecnología y de creación artística que podemos manejar con unos clics. Si navegando por Internet nos sumergimos y flotamos entre irrealidades, y la función precisa y formal de nuestra inteligencia es afrontar la realidad con verdad, entonces verdaderamente deberíamos desear entender el sentido de lo irreal virtual y artístico. En Internet y en el arte lo real y lo irreal están entremezclados. Pero para estar en la verdad hay que partir correctamente de la realidad, si no todo se desenfoca. Si navegando la red nos vemos sumergidos en irrealidades, ¿cómo puede nuestra inteligencia enfrentarse a las cosas?
La irrealidad puede estar formada por ficciones, por imágenes, por ideas..., pero la irrealidad siempre está formada en y desde la realidad. ¿Cual es la diferencia entre lo real y lo irreal? Espontáneamente podemos responder de modo infantil diciendo que lo irreal es lo que no es real, y más reflexivamente, que lo irreal es algo que se clarifica y se define por contraste con lo real. ¿En la medida en que aclarásemos que algo es irreal, o que algo no es real, aclararíamos lo que es real? La respuesta en parte es que sí, pero dicho de otra forma. ¿Por qué? Porque hay que contar con algo que de suyo no es real ni irreal. Ese algo no es idéntico a lo real, y menos aún a lo irreal. Ese algo somos nosotros, las personas humanas. Tenemos entonces, de momento, tres factores: lo real, lo irreal, y nosotros. Por tanto, la realidad y la irrealidad no se esclarecen por contraste sin contar con nosotros, las personas humanas.
¿Donde está lo real, y donde lo irreal? Antes de que naciéramos, el mundo ya estaba aquí, y vemos que está fuera de nosotros y que formamos parte de él. Nos consta que la realidad del mundo está ahí fuera. Pero lo irreal no nos consta que esté fuera de nosotros. Lo irreal que vemos fuera de nosotros ha sido puesto por otros sacándolo de sí mismos, no cogiéndolo del mundo físico-real de los seres humanos.
¿Habría irrealidad si no existiéramos nosotros? No lo sé, pero sí es evidente que para nosotros los seres humanos existe, y mucho, lo irreal, y así lo comprobamos por ejemplo en creaciones artísticas, en Internet, en una novela, en una película, en ilusiones perdidas, en desilusiones, en decepciones, etc. El libro de nuestra vida se compone de realidades y de irrealidades, de historia y de ficción.
¿Por qué existe eso irreal? ¿Porque lo construimos nosotros, los seres humanos? ¿Cómo lo construimos? ¿Con un no? ¿Lo irreal es lo que no es real, lo irreal que está constituido por ese no? ¿Podemos construir lo irreal porque podemos construir ese no? Por medio de los cinco sentidos y del pensamiento podemos conocer la realidad, dialogamos, nos movemos, tenemos muchas capacidades, y una de ellas es construir lo irreal, construir lo que no es real. Nuestra vida transcurre entre el conocimiento de la realidad y conocimiento de la irrealidad.
No podemos simplificar diciendo que construimos lo irreal con lo no-real; lo irreal no es un mero no de realidad simplemente porque ese no puede ser de muchos tipos. Hay distintos modos de ser irreal. Lo irreal nos suena a abstracto, pero la verdad es que la irrealidad se presenta siempre de una manera especial y concreta. El modo de ser irreal de Second life, por ejemplo, es distinto del modo de ser ireal de de un plan de viaje que no se realiza. Hay diversos tipos de irrealidad.
La irrealidad de Internet está siendo cada vez más necesaria para poder estar en la realidad. Y es que lo irreal es propio del ser humano. Nosotros podemos construir la irrealidad. Los seres humanos tenemos la capacidad de construir la irrealidad. Esto es bien evidente. Si construimos la irrealidad es porque tenemos la facultad de construirla.
Pero sigamos pensando. ¿Por qué construimos la irrealidad? Construimos la irrealidad para poder estar en lo real. En consecuencia, la irrealidad no es sólo la realización de una capacidad que tenemos, sino mucho más. Que podemos construir la irrealidad es afirmar una verdad a medias. La verdad entera habría que expresarla afirmando que tenemos la capacidad de construir la irrealidad porque necesariamente nuestra condición de seres humanos cuenta necesariamente con lo irreal.
¿Donde está la irrealidad de la red, la irrealidad artística, y las demás irrealidades? ¿Cómo lo irreal forma parte de nuestra vida? Claramente, lo irreal es algo que está integrado en la realidad. Integrado quiere decir ‘intrínsecamente relacionado’, no que lo irreal sea algo que tenemos a un lado y lo real a otro lado, y que unas veces vamos a uno y otras veces a otro. Estando en la realidad podemos ver lo real y lo irreal, porque en ese sitio estamos los tres algos: el algo que es lo real, el algo que es lo irreal, y el algo que somos nosotros. Puesto que tratamos de la irrealidad, tendríamos que analizar qué es la irrealidad, qué pinta en nuestra vida, cuántos modos hay de que algo sea irreal, y por qué para caminar por el campo de la realidad tenemos que delimitar el terreno de lo irreal y bordearlo. Resumiendo, habría que ver qué es lo irreal, en qué se basa, y cómo forma parte de nuestra vida.
A lo largo de la historia del pensamiento se han dado diversas opiniones sobre el lugar de la realidad. Desde Aristóteles los clásicos pensadores realistas decían que la realidad está en el ser. El ser o ente (del latín ens) es lo que es, es decir, todo. La irrealidad sería entonces, el no ser. Como mucho, la irrealidad sería como si fuera ser, y a esto lo llamaban ente de razón. La irrealidad, para ellos, es ens, es decir, es un ser, y también hay seres o entes de razón. El ser de razón sería el ser que nosotros construimos porque queremos, pero que carece absolutamente de realidad. Los conceptos, las ideas, son porque existen, pero no son la realidad. Tener conceptos es concebir partes de la realidad, algo así como que de alguna manera la realidad entra en nosotros.
Pero esta explicación no vale. ¿Por qué? Porque este asunto de la irrealidad forma parte del asunto de la realidad, no del asunto del ser. Primero es la realidad, y después el ser. Se trata de ir al fondo de las cosas, si no no vale la pena. Hay que pensar con radicalidad y lo radical de las cosas es que sean realidad. El ser no es lo radical, la realidad sí es lo radical. Si partiéramos del ser y no de la realidad, nuestro conocimiento, nuestra creación artística o la construcción de la llamada Red Internet, o cualquier cosa, estarían viciados de raíz. Peter L. Berger y Thomas Luckmann en La construcción social de la realidad exponen sin pretensión ontológica su opinión sobre cómo los seres humanos construyen su realidad socialmente. Pero el concepto o la idea de realidad social no es necesariamente la realidad. La explicación clásica de la Filosofía del ser no es suficiente, y tampoco nos sirve la explicación clásica para entender este asunto porque es insuficiente decir que lo irreal es lo que no es real.  Hay diversos modos de ser no. La irrealidad no sólo la construimos colocando el no a modo de ladrillo sobre la realidad, sino que la construimos también con diversas irrealidades.
Además, las irrealidades no son algo de razón, sino de la vida misma de cada uno de nosotros.
Hay otro tipo de opiniones que simplificarían falsamente el problema argumentando que los seres humanos somos artistas y creadores, que tenemos la capacidad de crear nuestra propia realidad en muchos ámbitos vitales, como por ejemplo lo que se está haciendo en los últimos tiempos en la construcción de la Red Internet de la que cada vez se depende más tanto para el trabajo como para el ocio, la vida intelectual, el entretenimiento, etc. El ser humano no es el creador del planeta ni del resto del universo, pero sí sería el creador de su propia realidad, según este tipo de opiniones. Pero a estas opiniones se les puede fácilmente dar la vuelta, porque de hecho no podemos crear la forma de la realidad, sino todo lo contrario, es la realidad la que crea nuestra forma, la que nos conforma, y si nos revelamos nos deformamos: es lo que sucede cuando vamos contra el orden natural, ya sean los individuos o las sociedades. En cierto sentido somos creadores, pero en sentido estricto no. Ciertamente podemos construir nuestra vida, pero apoyados en la realidad. En este apoyarse en lo real para hacerse está la clave. Aquí está la diferencia entre lo real y lo irreal. Ni los conceptos ni las ideas son la realidad. Podemos crear conceptos e ideas que correspondan a lo real, y podemos crear conceptos e ideas que no se adecuen a la realidad. En la realidad podemos plasmar nuestros conceptos o ideas, y en este sentido sí somos creadores. Pero el proceso parte de la realidad, de ella concebimos conceptos o ideas, y con los conceptos o ideas construimos nuestra vida sobre la realidad. Podemos inscribir en páginas de papel un libro con conceptos o ideas, y si lo que dice el libro es la realidad entonces será un libro de historia, un libro científico, etc., pero si lo que se dice es ficción entonces será una novela o una obra de teatro. Internet no es la realidad, la creación artística no es la realidad, pero puede reflejar como un espejo parte de la realidad, hasta tal punto que con Internet podemos interactuar con la realidad.
La realidad nos entra por los sentidos, y con los conceptos e ideas actuamos la sobre realidad. En nosotros la realidad física se convierte en la irrealidad de los conceptos e ideas, y con ellos obramos. Pero aunque nuestro obrar parta de nuestros conceptos irreales, lo que obramos es real porque primero concebimos de la realidad y después obramos sobre la realidad. ¿Dónde se unen lo real y lo irreal? En nosotros, los seres humanos, que no somos ni sólo entes de razón irreales, ni sólo materia física.
Nosotros, los seres humanos, esencialmente estamos en la realidad, y circunstancialmente estamos en las cosas. Las cosas no son la realidad, sino que realidad está entre las cosas. No deberíamos empecinarnos en estar sólo en las cosas, porque nuestro sitio por naturaleza es la realidad. Al fondo de las cosas solamente se puede llegar bien desde la realidad. La realidad no son las cosas, la realidad es algo que está entre las cosas. Las cosas –Internet y el arte son cosas– proporcionan a nuestra vida realidades e irrealidades. Si  leemos un cuento o una novela en Internet, lo único real es el acto de leerlo. Pero no sólo eso, hay algo más. Puesto que somos seres humanos, todas las cosas irreales que experimentamos nos afectan. Las cosas irreales pueden ser nada y menos que nada, pero sí pueden ser como proyectiles que no nos alcanzan aunque nos afecten de otra manera. Cuando los cazadores disparan saben que el proyectil no les va a dar, pero sí que el retroceso del arma golpea su hombro y hace daño si no hay protección o costumbre. Las ficciones más ficticias, los conceptos más distanciados de la realidad, cuando los experimentamos en una dimensión y un momento concreto nuestro, nos dejan marcada de algún modo nuestra esencia de seres humanos. Todos nos imaginamos que somos de un cierto talante, y nos imaginamos que lo experimentamos. Esa experiencia de nosotros mismos es el quicio donde se une todo lo real y lo irreal. La realidad y la irrealidad se unen en los seres humanos. Las personas somos el quicio que une al edificio de la realidad la puerta de lo irreal.
Esta experiencia de nosotros mismos en parte es una experiencia creadora. Creadora, porque no es algo dado sino hecho. Pero sólo en parte, porque es una experiencia. Una experiencia en la cual lo creado no es un ser de razón, sino que es precisamente un ser humano, un ser en que nosotros mismos realizamos una tarea de comprobación real y física en relación a nosotros mismos y de nuestra propia realidad. Lo real y lo irreal están en última instancia integrados en los seres humanos.
Hay muchos grados de irrealidad; el menor es la simple posibilidad; más abajo hay la nada. Para los seres humanos la irrealidad es necesaria para vivir, gran parte de nuestra vida es de irrealidades. Para realizarnos en la realidad necesitamos lo irreal.
Antes de Internet, Platón decía que quienes consiguen crear obras importantes, con repercusión permanente, son benefactores públicos, a los que deben hacerse estatuas en las plazas públicas, pero aunque Internet es una obra importante, los benefactores –y los malhechores– son las innumerables personas que lo van construyendo colectivamente desde sus inicios hasta ahora, y desconozco si se han hecho en algún foro real o virtual el monumento que recomendaba el filósofo idealista. Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, distingue varios tipos o formas de vida: la que busca el placer, la que busca justicia, y la que busca la verdad. Pilatos preguntó: “¿Qué es la verdad?”, y tenía delante la Verdad en Persona. Pascal decía refiriéndose a su época que la verdad está tan oscurecida y la mentira está tan asentada, que, a menos de amar la verdad, no es posible conocerla. Max Scheler clasificó a las grandes personas en tres grupos, los genios, los héroes y los santos, según que pusieran su vida al servicio de tres grandes ideales: la verdad, la justicia, o la bondad; es otra opinión. En Internet y en la vida real están los tres; y también los antónimos; es una certeza.

                                                     francisco javier cervigon ruckauer
                                           
                                                           
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